La ilusión de antaño ahora es preocupación
A poco tiempo de que se encienda la antorcha olímpica.
Actualmente la situación del país Brasileño no es la misma que en 2009, cuando el COI (Cómite Olímpico Internacional) eligió Río de Janeiro como sede de los Juegos Olímpicos y Paralímpicos de 2016. Brasil para entonces disfrutaba de un crecimiento económico poco usual que en 2010 alcanzó un 7,5%. El panorama de ahora es muy diferente y a las puertas de inaugurar esta fiesta del deporte, se prevé que la economía retrocederá en un 3,5 %.
En este escenario el país se encuentra también en un profundo conflicto político: la Presidenta Dilma Rousseff será juzgada por manipulación de cuentas fiscales en plenos Juegos Olímpicos. Un desenlace que coincidentemente podría darse el 21 de agosto, el mismo día del certamen deportivo.
Además de todo esto se suma el problema del Zika, y es que todo son pulgas para un país que se encuentra sumido en la peor crisis en 40 años. Esta ha sido la puntilla que ha desatado la alarma social, por un virus que tiene en la propia Brasil su epicentro.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha sugerido la suspensión de los mismos por el riesgo de pandemia. Sin embargo, la medida ha sido descartada de lleno tanto por el COI como por las autoridades de Río de Janeiro, ya que aunque las medidas sanitarias son seguras de cara a la cita, la suspensión no impediría la propagación del virus. Además el riesgo de epidemia es menor, ya que en ese tiempo es invierno en Brasil por lo que se reduce el número de mosquitos que son portadores del virus.
El encuentro deportivo sigue adelante, ya que es mucho lo que está en juego. Así que la ciudad brasileña famosa por sus carnavales acogerá los trigésimo primeros Juegos Olímpicos, a pesar de que tiene que finalizar a un ritmo brutal las obras de los edificios y vías, así como la villa olímpica y solventar todos los problemas mencionados.
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